miércoles, 26 de noviembre de 2008

Presencia Femenina

No recuerdo quién fue el que, hace mucho tiempo en el colegio, me comentó lo siguiente: "Para rendir en el colegio, hay que sentarse al lado de una niña, preferiblemente matea." ¿Por qué? Muy simple: el hecho de tener a una mujer al lado provoca que inmediatamente uno se comporte, como diría una abuelita. No es broma. Es muy raro que un hombre se comporte de la misma forma con una mujer que con un hombre. En mi caso, hasta tercero medio estuve siempre sentado al lado de mi mejor amiga, la Estefi (hasta que nos separaron en humanistas y científicos)... y esto explica por qué cuarto fue el año más ocioso de toda mi época escolar.

Sé que habrá más de alguna que tendrá ganas de pegarme después de escribir esto. Cuando llegó la There -mi "hermana" alemana- a Chile, consideró que yo era el hombre más machista que pudiese existir en este siglo, porque hacía cosas TAN extrañas como dejarla pasar primero en la puerta, o querer llevarle su mochila.

Al egresar de Cuarto Medio, escribí un "discurso", con el que concursé para ser el orador en la licenciatura. No fui elegido, pero aún así lo guardé, y esto es lo que yo reflexionaba sobre mis compañeras:
Esto me lleva a preguntarme: ¿qué hubiésemos hecho nosotros sin nuestras compañeras? ¿Andaríamos acaso asomados por sobre el muro, como los vecinos? Es demasiado lo que tenemos que agradecerles a ustedes: a la compañera que es un poco amiga, un poco hermana, un poco mamá y un poco maestra.

Dos años después de esta reflexión, la idea de mis compañeras-amigas no ha cambiado mucho. Si bien es cierto que la forma en que uno se relacionaba en el colegio cambia en la universidad, no es porque cada uno cambie. Se trata simplemente de un proceso que podríamos llamar "equiparación" o "complementación", porque en definitiva consiste en que nos situamos en pie de igualdad, aceptando nuestras diferencias y superándolas en conjunto.
En el colegio, a la mayoría de las niñas no les gusta sentarse al lado de un hombre, porque sólo molestamos y generamos desorden y desconcentración. En la universidad, en cambio, eso ya no se ve. Las formas y las dinámicas cambian, y las personas, si bien seguimos siendo los mismos, evolucionamos.

Cuando la There se fue, no sé en qué medida habrá cambiado su opinión respecto a esto, pero lo cierto es que las relaciones a cualquier nivel con el sexo opuesto se complejizan y enriquecen cada vez más. No hay reglas, sólo respeto y mucho, pero mucho cariño.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Odio el verano

Creo que nunca lo he comentado con nadie, pero el verano es una estación que me desagrada bastante. Y sobre todo, el calor. Hay gente que disfruta del sol, odia los días nublados y con frío, y espera con ansias el verano, y le fascina la idea de irse a la playa a ponerse de guatita al sol. Yo, definitivamente, no estoy entre ellos. Para mí es demasiado que después de alrededor de dos meses soportando la alergia, deba soportar cuatro meses de sol, calor. Simplemente aborrezco la idea de permanecer más de treinta segundos al sol, y que, se esté donde se esté, y sea la hora que sea, se sienta calor.

No sé si es que antes no me molestaba tanto el calor y el verano, o que efectivamente este año está muy caluroso, pero me da la impresión que el verano -que aún no empieza "oficialmente", pero que ya se manifiesta con claros síntomas-, ha sido particularmente desagradable. Sobra decir que todo este cambio de tiempo me tiene fatal, estoy de mal humor, sin ganas de hacer nada, me siento permanentemente cansado y hasta medio enfermo, a veces.

No me desagrada el frío, ni la ropa abrigda -aunque indudablemente sea más agradable la Facultad cuando nuestras compañeras empiezan a usar ropa de verano-, ni el tener tomar café caliente y permanecer al lado de la estufa para mantenerse en calor. En verano añoro los días de otoño, en que el calor empieza a bajar y se puede caminar de nuevo normalmente por la calle, y para qué decir los días de lluvia...


Aquí, una canción que, con mucho sentido del humor, retrata muy bien lo que yo siento una vez que llega el verano. Con cariño, para todos los que, como yo, extrañan 31 minutos...

CALUROSA NAVIDAD
(Por "LOS VIEJOS PASCUEROS ACALORADOS")

Calurosa navidad
Arriba el sol,
quemando nuestras calles.
Calurosa navidad
Es el sudor,
que moja nuestros trajes.

Aquí no nieva nunca
Aquí no hay noches blancas
No hay guerras de nieve,
pero hay bombas de agua
Bombas de agua.

Voy a la piscina
porque hoy es Navidad.
De postre hay sandía
porque hoy celebramos Navidad.
Mi abuela está en la tina
porque hoy es Navidad.
Mojo a la vecina
porque hoy celebramos Navidad.
Caen patos fritos al pasar
Es tanto el calor que da
cuando es Navidad.

Hago una fogata que no puedo controlar
Luego, en los diarios veo que hubo incendio forestal.
Uso camiseta, no me importa la humedad
Me estoy derritiendo
en honor a la santa verdad.
Ando en calzoncillos sin pudor
Escapando del calor
Que reina en Navidad.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Estado Nacional

Esta mañana volví a ver Estado Nacional después de mucho tiempo en que, por distintas razones, no había podido. Dentro de mi relación de amor-odio con la Cajita Idiota, este programa sin duda inclina positivamente la balanza de mis simpatías.Para evitar malos entendidos, me parece preciso, sin embargo, aclarar que en mi caso no se trata de un "placer culpable", como señaló en su momento cierto personaje con el que no deseo ser comparado.

Más bien se trata de que, en mi opinión, Estado Nacional representa uno de los programas mejor logrados de nuestra televisión. En primer lugar, satisface una de mis más exacerbadas obsesiones, que es la de estar permanentemente informado y conectado a lo que pasa a mi alrededor. Nunca puedo desconectarme del todo, y ya comienzo a afrontar que se trata de una patología irremediable en mí.

Por otra parte, es un espacio alejado de la chabacanería que los programadores de nuestra televisión creen implícito a cualquier programa que pueda ser masivo o destinado a un público universal. De alguna manera, creo, logra desvirtuar la idea asentada de nuestra televisión que no es posible conjugar la cultura, el pensamiento y los temas trascendentes, con un espacio agradable a los televidentes, lo que, de cierta forma, no deja de ser un insulto hacia la inteligencia de los televidentes, que no necesariamente necesitamos de temas superficiales y risa fácil para disfrutar de un programa en la televisión. Este es un programa en que se discuten temas relevantes para el país, lo que siempre hace falta y se agradece, pero sin olvidar que se encuentra inserto en un medio masivo, conjugando un formato dinámico y un lenguaje asequible, con el contenido adecuado para una discusión política seria. En palabras simples, es posible ver este programa mientras se toma desayuno sin aburrirse ni arriesgarse a una indigestión.

Sin intentar exagerar, Estado Nacional, representa precisamente una conjunción de elementos que hacen mucha falta en la televisión chilena, y que tienden básicamente a la universalización del Espacio Público: logra generar un espacio en donde la ciudadanía puede, en su lenguaje y sus códigos, informarse y conocer distintos puntos de vista; esto contribuye en la formación de una conciencia crítica de la ciudadanía en el marco del país en el que vivimos.

Siendo así, no puedo dejar de agradecer la sensación que me da encender el televisor el día domingo en la mañana, y sentir que, junto con el café con leche y el pan con palta, estoy siendo parte de la ciudadanía crítica e informada, y no de la masa inerte, abúlica y apática.


sábado, 22 de noviembre de 2008

Hombre de poca fe

De nuevo estoy un tanto decepcionado. Y preocupado. Y creo que tampoco es para menos. Era de suponer que después del descalabro en la elección municipal, los dirigentes de la Concertación sentaran cabeza, y se volcarían con un mínimo de humildad a analizar las razones de la derrota. Pero no. Parece que sugerir prudencia y sensatez en un momento delicado a quienes llevan dieciocho años gobernando un país es demasiado pedir. Al parecer, a la mayoría le dio lo mismo el resultado de las elecciones, y en vez de tomarlo como un llamado de atención de la ciudadanía, decidieron festejar con los brazos en alto en La Moneda y, como si eso fuese poco, deciden iniciar de la peor forma la campaña presidencia.

Durante la última municipal, muchos de mis amigos se rieron cuando supieron que estaba trabajando por la Sarita Campos: me dijeron que era un amarillo, por hacer campaña por una candidata DC. Pero lo cierto es que esa campaña fue un espacio que tuvimos para pensar y soñar una mejor comuna entre todos. En lo personal, fue un momento para creer que la Concertación aún era un proyecto posible, una alternativa que no estaba agotada. Pero perdimos. Y al parecer, allí quedó todo.

Cuando veo lo que fue para mí la última municipal, y pongo en perspectiva de la presidencial del próximo año, no sólo no veo ninguna relación en cuanto a las perspectivas de triunfo que pueden tenerse, sino tampoco en el contenido que pueda dársele a la campaña presidencial. En estos momentos, nuestros candidatos presidenciales se pelean entre ellos, defendiendo, por otra parte, todos idénticas vaguedades. En la municipal, tuve la expectativa que las cosas serían distintas con Sarita Campos, que, como decía nuestro lema "no da lo mismo" quien fuese alcalde. Por otra parte, hasta ahora la única propuesta que hemos visto emanar de nuestros dirigentes es un "NO A PIÑERA", sin dar el sentido propositivo que todos esperamos de esta campaña. Y si las cosas siguen así, probablemente terminaremos votando por Lagos o por Frei sólo porque son quienes son, sin importar lo que dicen, sin importar lo que proponen. Este vaciamiento ideológico de la política generará, sin lugar a dudas, una fuga de muchos de los que creyeron en la Concertación como proyecto, como ideal político, y probablemente nos quedemos unos pocos, los menos, nada más siguiendo fetiches.

Desde hace algún tiempo que siento que, contra mi voluntad, mi escepticismo toma la delantera. Como alguna vez me dijo Fuentealba, en una situación remotamente emparentada, me estoy volviendo un "hombre de poca fe". Hasta antes del gobierno de Bachelet, yo podía definirme con toda claridad como un concertacionista acérrimo. Podía no compartir algunas decisiones del gobierno o ser crítico de las actuaciones de funcionarios públicos o dirigentes políticos, pero finalmente me sentía orgulloso de mi gobierno. Imagino que esto también se debe, hasta cierto punto, al hecho que en ese entonces no había vivido lo suficiente como para darme cuenta de ciertas cosas que hoy me molestan de mi gobierno. No había vivido la revuelta de los pinguinos, ni entrado a la universidad, ni trabajado en política...

Es cierto. Pero también es cierto que mis convicciones políticas, en lo sustancial, no han cambiado. Y tampoco ha cambiado demasiado la percepción que retrospectivamente tengo de los gobiernos de Eduardo Frei y Ricardo Lagos. Para mí, lo que sí ha cambiado es el rol que hoy juegan tanto el Presidente de la República como los dirigentes de los partidos de la Concertación en las decisiones políticamente relevantes para el país. Tenemos a una Presidenta ausente en la conducción política, y unos partidos que no defienden ideas sino cuotas de poder, y en que sus dirigentes se pelean entre ellos mismos para alcanzarlas, con el mayor desdén hacia la ciudadanía.

Así las cosas, me confieso un hombre de poca fe política respecto al futuro próximo que pueda tener la Concertación, y en especial aquellos sectores de ésta que pretendemos que ésta adopte una postura más progresista en cuanto a la forma de pensar a Chile.

Ojalá me equivoque.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Ágora

Desde hace mucho tiempo que la idea de hacer un blog me da vueltas por la cabeza.
El que haya necesitado que esto sea un trabajo para la universidad habla muy mal de mí. Pero al mismo tiempo es una oportunidad y un desafío a mi poca perseverancia, que ya me ha hecho dejar de lado cuatro blogs antes que éste (pérdida de clave, falta de tiempo y creatividad, fueron algunas de las excusas que en ese momento me inventé).

¿Por qué crear un espacio de este tipo y llamarlo "Ágora"? Es una pregunta que aún no acierto a contestar del todo. Supongo que, de alguna manera, es la idea que me lleva a crear este blog. No es simplemente un instrumento de difusión de mi propio pensamiento: quiero compartir ideas, pensamientos, sentimientos. El Ágora es el espacio de la discusión, de la generación del pensamiento a través de la interacción, del pensamiento en comunidad, sobre la comunidad y por la comunidad.

El término "Ágora" ha sido tan manoseado por tanta gente, que lamentablemente casi ha perdido su sentido original. Probablemente, lo que yo pretendo hacer aquí no es algo diferente, en este sentido. Sí pretendo retomar un ejercicio que hace no mucho ocupaba gran parte de mi tiempo, que es escribir. Es verdad que uno no escribe sólo para ser leído, pero sí es verdad que el proceso de "escribir" está incompleto si no concluye con un "leer".

Ahora se me ocurre que, en vez de "Ágora", este lugar se pudo llamar "Ventana". Un lugar para observar la realidad, para poder entrar en ella, y para, de vez en cuando, poder imaginar que todo es posible, y escapar por ahí. La invitación está hecha.

Espero comentarios, aportes, ideas...
De antemano, gracias.